Al ver la primera página del 07/04, en la que se lee el primer título, destacado con grandes letras, "Volvería la restricción de circulación de 22 a 6", con un texto editorial llamando a la unidad imperiosamente, por el riesgo al que la sociedad está expuesta, el ciudadano de a pie quizás se sienta desorientado, o deba plantearse una serie de dudas o preguntas sobre las que, sin duda, no recibirá respuestas lógicas o, al menos, adecuadas. Es que el nudo de todos estos dichos publicados, y las restricciones que se van anunciando con el mensaje subliminal del "yo te avisé", que, seguramente se harán realidad, más la culpa endilgada permanentemente a los habitantes del llano, los deja pasmados y, tal vez, enojados. 

Se habla de sentido común, de madurez social, de respeto por el otro, de cuidar a los mayores, de tomar conciencia, de falta de empatía, del descontrol nocturno, de fiestas clandestinas (que sí existen), de cerrar la brecha entre dos realidades o universos diferentes, y varios etcéteras más. Y los habitantes de esta tierra en la que conviven se miran unos a otros con desconfianza y, en algunos casos, con enojo, pero todos, atónitos, llevados por un pensamiento en común... los habitantes se relajaron, es verdad, los jóvenes se suponen inmunes a todo, es cierto, pero, el virus, cual vampiro, ¿acecha solo en la noche, en la ilegalidad? Además, las reuniones multitudinarias que se realizan en pleno día, ¿son legales? ¿Poco peligrosas porque capaz que el flagelo descansa? 

Asimismo, las restricciones, ¿son selectivas?; es que el propio mandatario que "cuida del pueblo", realizó el 31/03 un acto masivo (literalmente hablando), en la central del Partido Justicialista, en plena ciudad, situación que amerita otra duda, ¿este sí era legal? Se violaron todos los protocolos del COE, tapabocas mal puestos o ausentes, abrazos, besos y mucho amor. Incluso, siguiendo con las recomendaciones para los inconscientes, y abogando por el cuidado especial que hay que brindarles a los mayores, fue llevada una señora de 91 años, referente de la vida política de esta provincia, cual trofeo, a ese lugar atestado de gente, más besos, más abrazos y más amor. 

Luego de que la gente observa y toma conciencia de estas conductas, siente que hay ciudadanos de segunda que, desde luego, serán siempre los culpables de los contagios, infectados y decesos de la sociedad toda, y los que ponen en riesgo a sus vecinos. Los que provocan la brecha y no tienen sentido común. Cosa que no ocurre con los que están por encima de ellos, ya que a estos no los alcanzan ni las restricciones, ni los DNU, ni la debacle económica producida por sus malas administraciones, ni la inseguridad, ni el desempleo ni la desesperación. 

Si necesitan la vacuna, fácilmente se les es provista y si se infectan, no tendrían que suplicar por una cama o por un respirador. Por todo ello, el ciudadano se pregunta realmente a quién o a quiénes está dirigido el mensaje, porque, después de todo, esa persona anónima que está en la bodega del Titanic, que es este país, y que corre mayor peligro que los de primera clase, desea recordarles que, aunque se encuentren en una posición privilegiada, también sufrirán las consecuencias cuando el barco se hunda con todos adentro.

Carla Chinellato

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